Uno de los hechos que más han afectado al crecimiento de la raza humana han sido las guerras, conflictos usualmente armados entre dos grupos sociales que buscan un beneficio propio. Pero normalmente la cantidad de destrozos, gastos económicos y el descenso demográfico hace que las sociedades implicadas sufran culturalmente y económicamente en la evolución de estas.
El patrimonio cultural es uno de los bienes más importantes que ha perdido la raza humana en sus siglos de existencia y en el fondo nos debería de doler que esto sucediera porque de una forma u otra se las obras funcionan como una maquina del tiempo que plasman el pasado y puede ser de valor para conocer y aprender de nuestros antepasados.
Entre el 1936 y 1939 España se ve afectada por la Guerra Civil española, un conflicto bélico que se dio entre dos bandos políticamente diferenciados por el control del país. Esta fue la causa de miles de muertes pero también fue la causa de la desaparición de importantes obras y monumentos del patrimonio Español.
Entre los primeros años de guerras el 39% de las construcciones protegidas ubicadas en Madrid sufrieron daños, casi unas 3,200 de 8.000 en el primer año y medio ya sea por incendios realizados por el bando republicano o por bombardeos del bando franquista hacia zonas republicanas es decir estas se interponía entre ambos bandos, siendo ambos culpables.
La iglesia del Buen Suceso fue una Iglesia ubicada en Madrid en las proximidades de la Puerta del Sol aunque tuvo que ser reubicada.
En los primeros días de saqueos y quemas esta ya fue afectada pero tiempo más tarde en varias rondas de bombardeo aéreo esta fue destruida y años más tarde derruida.
Por otra parte encontramos el Frontón de Recoletos, ubicada en la C/ Villanueva delante de la biblioteca nacional por el arquitecto Secundino Zuazo y el ingeniero Eduardo Torroja.
En su momento fue una de las construcciones más importantes de la capital española y con un diseño innovador, destacando la cubierta laminar que cubría su magnifica estructura.
Desafortunadamente fue inagurada 5 meses antes del estallido de la guerra, así que tuvo un escaso uso.
Como conclusión basarnos en la cita de John Ruskin la cual nos hace preguntarnos si realmente somos capaces de poner nuestro benefició por delante del patrimonio colectivo.
La conservación de los monumentos del pasado no es simple cuestión de conveniencia o de sentimiento. No tenemos el derecho de tocarlos. No nos pertenecen. Pertenecen en parte a los que los construyeron y en parte a las generaciones que han de venir detrás.
John Ruskin